Mural de Memorias
Sgto. 1º G.C: Arturo Palomino Rodríguez
BIOGRAFÍA
Fue el día 3 agosto de 1967, en que cayó el Sargento Arturo Palomino Rodríguez.
Arturo, nació en la milenaria ciudad del Cusco, cuna del lncario, el 12 de enero de 1917. Fue el único descendiente de don Enrique Palomino y de doña Ignacia Rodríguez, ambos cusqueños. Cursó sus estudios primarios en el Colegio Salesianos, y los secundarios en el colegio La Merced, regentados por los religiosos de la Orden, donde destacó en los deportes y el estudio.
En los años de su juventud, inició estudios en la Facultad de Derecho de la Tricentenaria Universidad Nacional del Cusco; sin embargo, su vocación policial rápidamente lo llevó a los recién creados, flamantes “Escuadrones de Caballería” de la Guardia Civil, conocidos cariñosamente por la población, como los «Huayruros«, Egresó de la Escuela de Guardias el 1 de enero de 1937, en el Arma de Caballería, al cumplir su período de instrucción reglamentaria.
Como Guardia Civil, fue asignado a la 6ta. Comandancia, con sede en la ciudad de Cajamarca, capital del Carnaval Peruano. En esta unidad es destinado al puesto GC de Chota, donde cumple labor policial meritoria, integrando las patrullas contra bandoleros y abigeos que azotaban la zona.
Es así, que en la jurisdicción del Puesto GC de Chota, en una intervención delicada, mostrando su carácter decidido, su fortaleza moral, y poniendo en peligro sus propias vidas, logran capturar al temible bandolero apodado «Agapito». En esta acción, contó con la participación de su compañero de armas, Guardia GC Enrique Colpaert.
En los años posteriores, recorrió la zona norte del país, Tomando parte de destacadas patrullas volantes, que organizaba el comando institucional, para erradicar el bandolerismo y abigeato, que proliferaba en los Departamentos de Cajamarca, Piura y la Libertad,
En Chota, Cajamarca, conocería a Brenilda Díaz Ruiz. Las tensiones de la guerra, se interpuso por ese tiempo en su noviazgo; su zona, Jaén y Maynas, «Si regreso vivo…nos casamos» le diría a su futura esposa.
Corrían los años de 1939, pronto se agravaría el conflicto con el Ecuador. La Policía Nacional, al igual que la Fuerza Armada, fueron los primeros movilizables, para cumplir con el más alto honor que un ciudadano puede tener, cual es la defensa del Suelo Patrio. Marcharon a su puesto de combate, a la frontera amenazada.
En 1941, fue movilizado a la Frontera Norte, al ocurrir el conflicto armado entre el Ecuador y el Perú, al pretender el Ecuador las Provincias Peruanas de Tumbes, Jaén y Maynas como territorios ecuatorianos. En la batalla de Zarumilla, tuvo el honor de combatir al mando del Teniente Alipio Ponce, de él quedaría para siempre grabado en su recuerdo como “…Valiente entre los valientes”. Fue testigo presencial de la inmolación de sus compañeros, Guardias GC. Justo Pastor Ismodes, Neptalí Valderrama Arnpuero y otros valerosos Guardias Civiles, quienes ofrendaron sus vidas por la soberanía e integridad del territorio patrio
PARTICIPÓ DECIDIDAMENTE EN LA BATALLA DE ZARUMILLA, LOGRANDO NOTABLES VICTORIAS EN LAS ACCIONES DE ARMAS QUE CULMINARON CON LA TOMA DE QUEBRADA SECA, DE CARCABÓN Y HUABILLOS. EL 11 DE SETIEMBRE DE 1941 PERECIÓ HEROICAMENTE EN ACCIÓN DE ARMAS, DURANTE UNA EMBOSCADA EN LA QUEBRADA DE POROTILLO (ECUADOR), CUANDO SU PATRULLA REALIZABA UNA MISIÓN DE RECONOCIMIENTO.
AI concluir el conflicto amado, es cambiado de colocación a la II Región GC, con sede en la milenaria ciudad del Cusco, cuna de la peruanidad acrisolada, donde prestará servicios en las 13 Provincias que conforman el Departamento.
En el año de 1950, asciende a la clase de Cabo GC., y es destinad0 á la Escuela de Guardias Civiles, de la Ciudad de los Virreyes, como clase instructor. En este centro de formación policial, pone de manifiesto su alta preparación profesional, durante tres años comparte su experiencia y conocimientos
adquiridos, a través de su ya lada trayectoria, con los alumnos y cadetes, futuros custodios del orden público.
En 1953, obtiene la clase de Sgto. 2do. GC y es destinado a la 28 CGC, con sede en el Departamento de Pasco, lugar donde permanece por varios años prestando sus servicios en esta región central del País.
En 1963, En el Cuzco, se produjo un levantamiento armado en la Provincia de La Convención, liderado por Hugo Blanco, de tendencia trotskista y Luis de La Puente, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, con la consigna de «Tierra o Muerte, Venceremos”.
Movimiento guerrillero donde cayó su compañero de armas y amigo: el Sargento Aníbal Valencia; semanas antes, había sido emboscado otro mártir policial, el Guardia Briceño. El excesivo abuso de algunos hacendados, hizo que rápidamente se convulsionara toda la zona, incluyendo la Sierra Central del País, donde sacrificara su vida, el Mayor GC Horacio Patiño.
Pronto el también seria destacado a la zona convulsionada, Cuquipata y Paltaybamba fueron los puestos policiales, donde prestó servicios; centros poblados cercanos a Mesa Pelada y Chaupimayo.
Es así la vida policial, lo que no pueden solucionar los políticos, lo intentan solucionar con los policías, mandando contingentes armados a fin de paralizar el conflicto.
Finalmente, el presidente Belaúnde tuvo que decretar como Zona Piloto de Reforma Agraria, toda la Provincia de La Convención.
AI producirse la pacificación, el Sgto. 2do. Arturo Palomino Rodríguez, es destinado a las Provincias Altas de Paruro y Chumbivilcas, tierra de temibles abigeos, como integrante de patrullas volantes, para combatir las bandas atadas que asola0an las localidades de Ccapacmarca, Velille, Livitaca, Colquemarca, Quiñota y Omacha ,
Pasada esta etapa crítica, vuelve a Cusco, Donde trabajará por años en las Comisarías de Saphy, de Granada y en la Comandancia de Santa Catalina Ancha.
Participará preponderantemente, en la creación de la tercera comisaría del Distrito de Santiago y de la flamante flota de Radio Patrulla.
Cuando llegó la era de la modernización en la Policía, comandó la Central de Radio Patrulla, alojados en un inicio en los ambientes del edificio de Bombear de la Avda. Garcilaso, donde fueron equipados de flamantes patrulleros, con sus respectivos equipos de radio, lo que fue toda una novedad para la ciudad, causando gran contento en toda la población.
El 30 de Agosto de 1962, en el Distrito de Paruro, estando como Comandante de Puesto GC, al pronunciar el discurso de orden ante las autoridades, vecindario y sus compañeros de aras, con motivo del día Patronal de la Guardia Civil, manifestó su inquebrantable y férrea vocación de Policía: «…Somos soldados fervientes y abnegados defensores de la Patria y Policías dignos, justicieros representantes de la ley». «Nada importa que sigamos siendo el blanco precisado de los malhechores y los enemigos del orden en sus avances desenfrenados, pero encontrarás siempre, de parte de los custodios del orden, una tenaz resistencia por defender los derechos del pueblo y la vida de todo peruano, ¡que para ese fin poseemos un soberbio fusil automático” y agregó!
“No olvidemos jamás la alta misión y responsabilidad que pesa sobre nosotros, seamos exacta aspiración de justicia que nuestro rol como centinelas permanentes del orden y de guardianes de la vida y propiedad de todos, nos exige un vigor físico, moral y más que todo, la más centrada disciplina”. ()
Este mensaje es el testimonio fehaciente de su inquietud por cumplir con certeza y convicción sus deberes y funciones policiales; nosotros, de su fructífera vida profesional, extraemos conclusiones veraces y valederas, especialmente cuando tratamos de enfocar las diversas facetas de su vida policial, manifestamos que fue un Policía responsable, amante de la justicia, culto de la rectitud y la disciplina, cumplidor del servicio y del deber que impone la actuación policial, y de una honradez intachable.
Por eso, sus actos y su propia vida, merecen ser dignos de imitación por las generaciones venideras, y el legado de su mensaje, de aquel 30 de agosto de 1962 es ejemplo para ser llevado, por las nuevas generaciones de Policías del Perú, pues, él decía: “el Policía peruano está Iejos aún de encarnar el ideal de perfección en materia! policial. Hace falta por eso continuar luchando incansablemente, porque cada día que transcurre significa un paso más en el perfeccionamiento de sus miembros. Porque adquieran plena certidumbre de su elevado rango y procedan con la autoridad, el pundonor y el celo con que siempre deben proceder… sepan inspirar el respeto y conservar la dignidad y el prestigio, la grandeza de un pueblo es obra de sus hijos, fresco está en la memoria, el recuerdo de aquellos esforzados compañeros y amigos de la Institución, de que, en un arranque de desprecio por la vida, supieron ofrendas la suya en defensa de los demás”.
Con fecha 1 de enero de J967 logró su ascenso a la clase de Sgto. 1°. G.C. después de haber ostentad0 la anterior por más de 14 años; esta nueva jerarquía institucional le fue conferida cuando cumplía 30 años de abnegados servicios en las filas de la Guardia Civil, como reconocimiento a su esfuerzo profesional y experiencia policial. Por ascenso, fue cambiado a la Jefatura de Línea de Urcos.
En el mes de Julio de 1967, se produce una fuga masiva de internos del centro de readaptación social de Paucartambo, provocando gran alarma en la población; por esta razón el comando, tomando en consideración su experiencia, dotes de excelente policía, dispone su cambio a la Provincia de Paucartambo, como Comandante de Puesto, recibiendo la consigna de establecer et orden en la cárcel y restituir la tranquilidad social. El 12 de Julio de aquel año, asume su nueva y delicada función sin presagiar que días después ofrendará su vida en actos del servicio.
Concluidas las celebraciones de la Virgen del Carmen y de Fiestas Patrias, como todo Policía que trabaja en el área oral, el Sargento Palomino se dio tiempo para visitar a su familia en la ciudad del Cusco, presintiendo en que esta, sería la última vez en que compartiría el calor de su hogar, esa familia que siempre fue la principal razón de su existencia, al igual que su vocación policial,
En verdad, su espíritu, venía silenciosamente, despidiéndose desde hacía meses atrás, de su entrañable tierra, el Cusco de los Inkas… Se lo veía en sus días de franco, contemplando, desde varias esquinas de la Plaza de Armas, los formidables paisajes de la ciudad. Su vista parecía estar centrada en las cimas del Wanakauri, Santuario de los Inkas, de la Montana del Pachatusán, donde reside el espíritu del Señor de Huanca y del Ausangate, nevado sagrado del Señor de Qoyllur R’itti.
El día de su regreso a su puesto policial, muy de mañana, la ciudad se encontraba totalmente nublada, con una persistente precipitación pluvial. Dadas las condiciones del clima, el Sargento pensó postergar su viaje. Sin embargo, poco tiempo después, se acercó a su ventana y el clima en otro… había cambiado radicalmente.
Alistó sus cosas, se acercó al dormitorio de sus hijos, con una amplia sonrisa se despidió de ellos al tiempo que, al mayor, le señalaba una responsabilidad. “Adiós, adiós hijo, te haces cargo de la casa”. Se acercó a su esposa, y como expresa ella: “Me dio un beso, como cuando éramos enamorados”.
Con su vistoso uniforme verde de la Policía, su Quepí con cinta dorada, su Smith Wesson en el correaje, su capote en un brazo y en el otro, su maletín personal, Arturo Palomino enrumbó hacia su destino.
El 3 de agosto, el día fatal, en el Puesto Policial de Paucartambo, el Sargento amaneció preocupado… En el desayuno, comentó a sus colegas, que, en su sueño, se había caído a un precipicio.
Después de hacer el Despacho del día y definir las tareas del escaso personal a su cargo, cuanto, que ese día, solo dos guardias acompañarían en sus quehaceres al Comandante de Puesto. Parte del personal, pasadas las celebraciones de la Provincia y de Fiestas Patrias, donde tuvieron labor recargada, salieron de vacaciones, y otros dos, se encontraban de comisión en el centro Poblado de Pilcopata, Distrito en la Selva de la Provincia; razones por la cuales, el Sargento asume personalmente esa mañana, una diligencia en la localidad de Challabamba, puesto, que unos agricultores habían denunciado robos en sus propiedades.
A su regreso, en horas de la tarde al Puesto Policial, se informó de las ocurrencias del día y revisó los correspondientes partes policiales.
Al caer la tarde, las callejuelas de la Capital de la Provincia, se encontraban solitarias.
Al anochecer el sargento se dirigió al puente Mapacho. Eran las 8pm. Había que controlar el paso de un vehículo proveniente de la selva hacia el Cusco. Le dio pase, procediendo luego a cerrar la cadena. En ese momento divisa un camión mal estacionado, que, habiendo burlado la garita de control, intenta salir a altas horas de la noche, con dirección al Cusco; a sabiendas que, por lo angosto de la carretera y la presencia de muchos precipicios en la ruta, la vía ha sido declarada de un solo sentido: un día de entrada al centro poblado y a la selva de Pilcopata y al otro día, de salida.
El sargento se aproximó indagando por el chofer. Ante la insistencia del Policía, salieron de una tienda cercana, cinco sujetos, jóvenes ellos, quiénes con la agresividad que da el alcohol, respondieron con insolencia, a las preguntas del policía:
“¡Ustedes saben que la vía es de un solo sentido y por lo peligroso de la ruta, un día es de bajada y al otro de subida!”. El camión no puede salir en sentido contrario…”. Explicó el sargento.
Lejos de escuchar y acatar, los sujetos manifestaron con palabras soeces, que ellos, en su pueblo,
no obedecían órdenes de nadie.
La ira de los beodos alcanzó ribetes matonescos, llenando de improperios e insultos ofensivos a
la función policial.
En tono enérgico el sargento increpó esta conducta asocial y la falta de respeto a la autoridad policial.
Con voz firme determinó: «¡Ese camión no sale y ustedes están detenidos!”. Con esta actitud y
palabras el sargento selló su sentencia de muerte.
Sorpresivamente se acercó uno del grupo y le asestó un violento golpe en el rostro, reventándole la nariz. Por efecto del impacto el sargento se tambaleó y cayó de espaldas. En el suelo, instintivamente su mano buscó su revólver Smith Weson para disuadirlos del ataque. Más, su destino estaba escrito: no percutaron las balas. Una andanada de patadas y golpes, propinados con furia y saña, sumieron en la inconsciencia al correcto policía.
Lo arrastraron a un rincón aprovechando la oscuridad…deliberaron…tenían que desaparecer lo, sino su destino sería la cárcel.
El tiempo transcurría inexorablemente y se llevaba la vida de Arturo Palomino. En su lenta agonía recordó a su esposa e hijos. Su conciencia estaba tranquila porque sus allegados nunca olvidarían su buen carácter, su honradez, su cariño de Padre y sus sabios consejos, que con frecuencia repetía:
«Hijos, estudien mientras tengan Padres…primero es el deber y después el placer…la educación
será la mejor herencia que les dejaremos».
Con el amoroso e incondicional apoyo de su esposa, sus tres hijos varones recibieron su educación completa en el Colegio Particular La Salle y su única hija en el Colegio Santa Ana, para luego, con el transcurrir del tiempo, llegar a ser destacados profesionales.
Lo más execrable de este hecho delictivo es que, una oportuna intervención médica, pudo haber salvado la vida de este ejemplar Custodio del orden. Pero, sus asesinos, con alevosía y premeditación decidieron su muerte y la desaparición de su cuerpo. Horas más tarde, lo arrojaron al río Mapacho, con la intención criminal de que el río arrastrara su cuerpo, perdiéndose en la selva. Así falleció, en cumplimiento de su deber por obra de irresponsables con poder político y económico.
EPILOGO
Profunda consternación causó en la población cusqueña, el cruel asesinato del Sargento Arturo Palomino Rodríguez.
Sus restos mortales fueron traídos por sus compañeros de Armas y velados en la comandancia General de la Guardia Civil, con sede en la calle Ancha de Santa Catalina de la ciudad del Cusco. Al paso del féretro, los rostros adustos de sus compañeros denotaban profunda tristeza. Muchos de los presentes, enjugaban furtivas lágrimas de sentimiento solidario al participar de este acontecimiento trágico para la familia policial.
En el ambiente flotaban preguntas sin respuestas: “Porqué semejante crimen…Quiénes eran los desalmados delincuentes?”.
El féretro de Arturo Palomino Rodríguez, ingresa a la sede de la Comandancia. La Banda policial acompaña con una marcha fúnebre. Una vez instalado el ataúd resuena en el recinto el toque de silencio. AI término, la voz enérgica del Comandante GC Juan Balaguer Morales, exclama con firme convicción: “¡Ha muerto un héroe!”.
Los presentes asienten en silencio. Sus restos serán velados allí, dónde en alguna oportunidad desempeñó sus funciones policiales.
Promociones del Colegio La Salle y de diferentes carreras profesionales de la Universidad Nacional del Cusco, fueron las primeras en solicitar públicamente justicia para los culpables. Durante eT tiempo que duró el proceso, los principales diarios del Cusco y otros de la Capital Limeña ocuparon sus primeras planas, para informar sobre la evolución del juicio a los culpables. La Cuarta Zona Judicial de Policía, sancionó justicieramente a los 5 hermanos que habían hollado el uniforme policial, con penas que fueron de 5 a 9 años.
De este modo, la Policía Nacional del Perú, perdió a uno de los distinguidos Policías, que inmoló su vida con honor y coraje en aras del deber y la dignidad policial.
El Alto Mando, escuchando el clamor de Oficiales y Subalternos, designó con el nombre de este Policía ejemplar, a su recién creado Centro Educativo en la ciudad del Cusco, a fin de que cuya vida y virtudes, merezcan honrar las nuevas generaciones del Colegio que hoy lleva en alto su nombre, como un testimonio de gratitud de la Benemérita Institución, por cuyo engrandecimiento luchó hasta ofrendar su vida. El documento que dio origen a la denominación del Centro Educativo GC. Sgto. 1º GC. Arturo Palomino Rodríguez es la R: D: N° 0343-VDRE. Del 31 de marzo 75 de la V Dirección Regional del Educación, se crea el CE.GC. Sgto. 1” GC “Arturo Palomino Rodríguez” con sede en la ciudad del Cusco, a fin de que cuya vida y virtudes, merezcan honrar las nuevas generaciones del Colegio que hoy lleva en alto su nombre, como un testimonio de gratitud de la Benemérita Institución.
BIBLIOGRAFÍA:
- Policía Nacional del Perú. PROCER DE LA INDEPENDENCIA Y PARADIGMAS DE LA GC. EPÖNIMOS DE LOS CENTROS EDUCATIVOS DE LA PNP-PG. Sub Dirección de Bienestar- División de Educación PNP-PG. 40 Págs. 1989.
- SGTO. 1ᵉ GC. ARTURO PALOMINO RODRÍGUEZ. 1919 – 1967 “EL HONOR FUE SU DIVISA”. CD, edición de Familia Palomino.
- REVISTA DEL CENTRO EDUCATIVO ARTURO PALOMINO RODRÍGUEZ. N° 01, año 1999.
- “EDUCANDO CON EL EJEMPLO DE LOS MÁRTIRES DE LA BGC”. Diario El Comercio, 29-08-80.
- “MARIANO SANTOS Y ARTURO PALOMINO RODRÍGUEZ: DOS GUARDIAS CIVILES EJEMPLARES”. Diario El Comercio 08-1985.
- “APR: ENSEÑANZAS DE LA MUERTE DE UN MÁRTIR DE LA POLlCfA NACIONAL”. Diario El Sol. 08-2005.